Cornelis Zitman, escultor holandés, nos ha deleitado con su exposición ¡ ARRIBA el TELÓN! , en la sala 3 del Conde Duque (perteneciente al área de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid) desde el 10 al 16 de octubre de 2011. Este espacio ha estado en rehabilitación durante 6 años y esta ha sido la primera exposición que ha abierto la temporada de muestras.
Ha sido comisariada por Carlo Armas Ponce, que a su vez es el representante de Zitman en España.
Las obras proceden del Museo Beelden Aan Zee (La Haya), del Museo Maillol (París) y de colecciones particulares y privada del artista.
La exposición está compuesta por 103 esculturas, la mayoría en bronce, un óleo de 1946 (su obra más antigua) y algunos dibujos.
A sus 21 años se afincó en Venezuela, primero en la isla de Granada durante tres años y más tarde se traslada a Caracas y establece su taller en un antiguo molino de caña de azúcar. Starreveld fue su maestro, del que aprendió la técnica de la fundición.
Zitman ha creado un universo femenino, básicamente como único personaje; la mujer, inspirado en la población nativa de Venezuela. La mayoría de las esculturas son de bulto redondo, es decir, son obras aisladas y visibles desde todos los ángulos y que pueden ser rodeadas por el espectador. La temática es siempre la misma, la mujer criolla vista desde diferentes puntos de vista.
Opino que hay dos formas de visitar las exposiciones; una es asistir sin tener ninguna idea preconcebida de lo que se va a visitar, sin información a priori y la otra es analizar las obras con una información que ya conoces. En este caso, opté por no buscar información de quien era Zitman ni como era su obra. Me sorprendió gratamente porque esperaba ver algo que no sería capaz de traducir ni interpretar y cuál fue mi sorpresa al encontrarme con unas ESCULTURAS ESCULTURAS (no es un error la repetición , simplemente quiero dejar constancia que para mí la escultura es esto y no el amasijo de basura, clavos y desechos con los que últimamente nos deprimen los escultores) , que hablan por sí solas, sin necesidad de mirar las cartelas para saber qué es lo que estaba observando, simplemente me deje llevar de una a otra, con un grato aumento de la complicidad que respira cada una de las piezas.
Posteriormente he investigado sobre su obra y su trabajo y cada cosa que he aprendido me ha gustado más que la anterior, me parece un escultor muy especial, que ha podido tener como referentes a Giacomo Manzú por ejemplo, pero que su idea y concepto son diferentes a cualquiera.
Es una escultura figurativa, moderna pero conservadora, lo que ves es lo que hay, nada escondido en el aspecto formal (la mayoría vaciados en bronce) , pero todo un Universo en el aspecto conceptual. Ha creado sus propios personajes que los hace llamar “zitmanianos”, llenos de vida y movimiento, incluso me pude permitir adivinar lo que estaban pensando. Mujeres criollas representadas, algunas en su contexto habitual y otras con elementos diferentes a su clase social o casta.
Como dijo Yolanda que las exposiciones en España están hechas para comenzar el recorrido por la derecha, tuve la primera intención de comenzar por la izquierda, pero realmente me sentí incomoda, por tanto volví a la racionalidad española y comencé por la derecha. En un espacio semi-cerrado estaban las primeras obras de formato pequeño (ciclista, familia con bicicletas etc), supuse que el espacio era semicerrado por el tamaño de las esculturas, para que no pareciesen tan pequeñas.
El siguiente espacio era diáfano, solo separado por columnas y comenzó el recorrido de las esculturas de tamaño medio, dejando ver al fondo las de gran tamaño, que te tentaban a adelantar el recorrido. Fui paciente y vi todas con mucha calma y detalle, “Baño de sol”, “La peluca”, “Mujer a la barra”, “Salón de belleza” “El columpio”, “Dina a la guitarra” etc. Todas con rostro indígena, cuerpos deformes, con vientres exagerados y brazos y piernas delgados, que no parecen pertenecer al mismo cuerpo, pero siempre sensuales, la mayoría de las veces con poses y objetos que no pertenecen a su clase social sino a un mundo especial casi cómico, una somera crítica a las castas existentes en Venezuela entre blancos, mestizos, mulatos y zambos. Me transmitieron muchas emociones, parece que Zitman quiere explicar y a la vez ocultar a través de estas esculturas. Son mujeres reales, con redondeces y vientres abultados, no los estereotipos de mujer de la sociedad actual.
Familia con bicicletas
Ciclista
Baño de Sol Mujer a la barra
La mayoría de las piezas están presentadas sobre peanas blancas, un poco más bajas que la mirada de mis ojos. La iluminación era suficiente, excepto en algunas piezas como “El pescadorcito”, que la iluminación iba dirigida a los pies y parte de las manos pero dejaba muy en sombras el rostro y la mitad del cuerpo. No sé cuál era el peso de las esculturas, supongo que mucho por el tipo de material utilizado, pero la mayoría parecían ligeras, seguramente porque la superficie que apoya en las peanas es muy pequeña, en la gran mayoría de ellas.
Y al fondo las esculturas de dimensiones más grandes como “La gran holandesa”.
En general las cartelas escuetas, solo mostraban el nombre de la obra, el material, la fecha de realización y a quién pertenecen, pero me parecieron suficientes.
La información sobre esta exposición era bastante clara, entregaban un díptico, sobre la obra de Zitman, y un políptico, este último sobre toda la programación de exposiciones de octubre, noviembre y diciembre, pero lo más curioso es el espectacular catálogo que vendían por solo 6 euros.
Toda la obra me ha gustado, impresionado, me ha hecho reflexionar, pero en particular hubo dos obras que me llamaron más la atención;
“Luna” 1992, y todos sus bocetos en escayola o resina epoxi. La sensación es de ligereza, a pesar del volumen de esta pieza.
“Cama grande” 1970 , una cama destartalada, la protagonista de rodillas hinchadas por la pobreza, el cansancio y el dolor, el cuerpo contrahecho, el sexo abultado y prominente . Descansando o esperando la próxima visita..... Zitman dice que lo que le llevo a hacer la escultura fueron las indias que hacían las labores de la casa, pero mi primera lectura fue sobre la prostitución.
“En la vida social caraqueña de los años 50, era habitual salir a reuniones, noches mundanas, cocktails. Eran clases sociales acomodadas, intelectuales, burguesas, que recibían calurosamente. Siempre tenían unas indiecitas que hacían todas las labores de la casa y nos ofrecía una bandeja de aperitivos con una educada sonrisa.
Un día me perdí en una de esas casas y abrí la puerta de la habitación de una de las sirvientas. El cuarto estaba vacío, sólo una cama amueblaba el reducido espacio. Imaginar la vida de esas pobres indias fue lo que me llevó a hacer la Cama pequeña y después la Cama grande” Cornelis Zitman